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Rebelde de Hollywood, en “Nada es lo que parece 2” hace de ilusionista e interactúa con él mismo.
Un mago. Para la película, Harrelson aperndió a hacer algunos trucos. Foto: Jay Maidment/Summit Entertainment vis AP
“Cuando Bobby Cohen (productor) mencionó la idea no lo pensé demasiado, pero sí pedí que fuera un hermano gemelo, para que los personajes tuvieran más similitudes. Fue divertido”. Así relata el actor Woody Harrelson su participación en Nada es lo que parece 2, secuela del éxito de 2013 que también lo tuvo como protagonista, esa trama de ilusionistas y magos que se estrenó el jueves en nuestro país y que es lo más visto del fin de semana.
Harrelson se pasa distintos tramos de la película “interactuando con él mismo” en la nueva aventura de los jinetes, ilusionistas robinhoodeanos que ahora hacen de las suyas en Nueva York, Macao (China) y Londres.
El actor, tildado durante un tiempo como la oveja negra de Hollywood, porque se declaraba públicamente anarquista y defendía las bondades del cáñamo, ha visto reflotada su carrera últimamente. Eso no significa que alguna vez renegara del cine comercial. Pero la mucha fama que había ganado hace más de 25 años como protagonista en la serie Cheers resurgió sin duda partir de Los juegos del hambre, True Detective y este dueto en Nada es lo que parece.
A sus 55 años Harrelson, padre de tres hijas -Deni (23), Zoe (20), y Makani (10), pasa la mayor parte de su vida, siempre que no esté rodando, en su hacienda de Hawai con su segunda esposa, Laura Louie, quien le acompaña desde hace casi treinta años. Y tiene algunas “mañas” claro, que sufre mayormente su representante. “El tiene mucha paciencia conmigo y sabe que puedo dejar pasar cuatro días hasta que le responda un mensaje. Es que nunca uso teléfono celular porque no quiero que la radiación me afecte al cerebro. Por algo Suecia, donde fue inventado, tiene la incidencia más alta de cáncer cerebral”, le dijo a La Vanguardia.
En esta nueva película, además de interactuar con su “hermano gemelo”, Harrelson es parte de un elenco de lujo, que incluye a Mark Ruffalo, Jesse Eisenberg, Dave Franco, Lizzy Caplan y Daniel Radcliffe, más los veteranos Morgan Freeman y Michael Caine, dirigidos ahora por Jon M. Chu.
En la trama, Walter Mabry, el personaje de Radcliffe, se ha transformado en un joven y oscuro magnate del mundo tecnológico, que está dispuesto a acabar con los jinetes después de utilizarlos para su última misión. Es así que Harrelson juega para los dos bandos. Es el ilusionista Merritt McKinney, un histórico de los jinetes, pero también interpreta a su peculiar hermano gemelo, Chase, que es su enemigo acérrimo.
Como ocurrió en el filme anterior, la escenas con trucos de magia resultan las más atractivas. Harrelson destaca una en particular, la misión en la que recurren al lanzamiento de cartas de póker, su favorita. Allí, los jinetes se pasan una misma carta lanzándola velozmente por el aire, secuencia en la que según en actor no hay efectos especiales, sino mucha práctica.
“Al leer la escena pensé que sería imposible captar cómo lanzábamos la carta y la interceptábamos en el aire. Tuvimos que practicar mucho hasta que conseguíamos lograrlo 23 de 25 veces”, señaló Harrelson, que reveló a Dave Franco como “el mejor mago”, por su agilidad y destreza para manipular las cartas.
Pero Woody también se preparó, entrenándose con Keith Barry, un famoso hipnotizador irlandés que lo dejó en trance profundo durante su primera charla vía Skype: “Keith logró meterse dentro de mi cabeza. Me explicó que si hubiera estado conmigo en ese momento, me habría puesto a dormir. Luego, hizo una demostración en persona con un grupo de empleados de Lionsgate a los que hipnotizó uno detrás del otro. Fue una experiencia asombrosa”, contó.