Argerich y Barenboim en el Colón: Una cumbre de talento y belleza

Argerich y Barenboim en el Colón: Una cumbre de talento y belleza

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Música

A cuatro manos y a dos pianos, los geniales artistas dieron una magistral demostración de precisión y temperamento, ante una sala colmada que los ovacionó.

Frente a frente. Los pianistas se brindaron repetidas muestras de complicidad y cariño. (Foto: Pedro Lázaro Fernández)
Frente a frente. Los pianistas se brindaron repetidas muestras de complicidad y cariño. (Foto: Pedro Lázaro Fernández)
Llegar al Teatro Colón y que en la puerta nos encontremos con una bailarina con tutú y todo parece la redundancia de un mal guionista. Pero ahí estaba, ayer, sobre la entrada de la calle Libertad, refugiándose de la lluvia, esa criatura escapada de un cuadro de Degas, observada por el gentío que había agotado las entradas para el concierto a dos pianos de Martha Argerich y Daniel Barenboim: por tercer año consecutivo, las máximas figuras en actividad de la música argentina tocaban juntas, otra vez en el marco del Festival de Música y Reflexión concebido por Barenboim.
Eran las 16.30 y recién hacía unos minutos, nada más que a media hora de empezar el concierto, se había abierto la sala. Es que a último momento, Argerich había querido hacer el último ensayo; una de esas peculiares decisiones que suele tomar la pianista y que ya, a sus 75 años, no sorprenden. Todo se demoró un poco, entonces. Mejor: cada instante de permanencia en el Colón es un placer que podría prolongarse indefinidamente. Para decirlo en palabras de la pianista: es de una belleza loca.
31 07 2016 - Concierto de  Martha Argerich - Daniel Barenboim esta tarde en el teatro Colon. FOTO PEDRO LAZARO FERNANDEZ - FTP CLARIN - Colon2_PLF9416.JPG - Z FTP Invitado - INVITADO
31 07 2016 - Concierto de Martha Argerich - Daniel Barenboim esta tarde en el teatro Colon. FOTO PEDRO LAZARO FERNANDEZ - FTP CLARIN - Colon2_PLF9416.JPG - Z FTP Invitado - INVITADO
Y asistir ahí a algún concierto, ópera o ballet es un acontecimiento tan cultural como social, apto tanto para melómanos como para amantes de las relaciones públicas: a nadie le viene mal hacerse ver en esos corredores aterciopelados. Ayer Gabriela Michetti le daba una entrevista a un canal de televisión, Eduardo Amadeo estrechaba diestras, dos ministros de Cultura (Pablo Avelluto, de la Nación y Angel Mahler, de la Ciudad) se sacaban una foto juntos mientras un ex, Darío Lopérfido -aún director del Colón-, estaba en su palco con su mujer, Esmeralda Mitre, y Fernando de la Rúa esperaba paciente en la fila. Y por ahí andaban, también, otras caras conocidas: Mike Amigorena, Damián Szifron (explicándole a su hija mayor, Rosa: “¿Ves? Los palcos son como una habitación”), Leonor Benedetto, Ana María Picchio, Daniel Burman, Juan José Jusid o Marikena Monti.
Estaban quienes habían pagado 160 pesos para ir al paraíso, y quienes habían invertido 4180 por un palco bajo o una platea. Pero los mejor ubicados eran esos cien invitados especiales –sub 40, la mayoría, muchos de ellos músicos de la orquesta West-Eastern Divan- sentados en el escenario: el campo VIP del Colón.
31 07 2016 - Concierto de  Martha Argerich - Daniel Barenboim esta tarde en el teatro Colon. FOTO PEDRO LAZARO FERNANDEZ - FTP CLARIN - Colon2_PLF9434.JPG - Z FTP Invitado - INVITADO
31 07 2016 - Concierto de Martha Argerich - Daniel Barenboim esta tarde en el teatro Colon. FOTO PEDRO LAZARO FERNANDEZ - FTP CLARIN - Colon2_PLF9434.JPG - Z FTP Invitado - INVITADO
Ellos vieron mejor que nadie las muestras de complicidad y cariño entre Barenboim y Argerich, presentes desde el momento en que entraron al escenario tomados de la mano, un gesto fraternal -infrecuente en esta clase de conciertos- que repitieron cada vez que pudieron. Ella, con su pollera floreada, su blusa azul y su melena canosa, fue una sacerdotisa pagana que no habría desentonado en Woodstock. El parecía su protector. Fueron celebrados por un público amplio, no experto: muchos se apuraron y aplaudieron -un anticipo de las eternas ovaciones que vendrían al final- cuando terminó el primer movimiento de la sonata para cuatro manos de Mozart, sin advertir que faltaban dos más.
Es que a los neófitos nos resulta muy fácil distraernos en un concierto de música culta: enseguida le estamos prestando atención a algún detalle secundario. Por ejemplo, a los encargados de pasar las páginas de las partituras: ¿qué pasaría si se equivocan? Da el mismo vértigo que mirar a un equilibrista. Y el ayudante de Barenboim -un pelado con un aire a Mascherano- tambalea: en un momento se apura de más y el maestro le da un manotazo; cada tanto le dirige gestos de fastidio, miradas de reproche. Enojado, Barenboim debe ser de temer. Pero sigue tocando magistralmente, Brahms llega a buen puerto y Mascherano sobrevive.
31 07 2016 - Concierto de  Martha Argerich - Daniel Barenboim esta tarde en el teatro Colon. FOTO PEDRO LAZARO FERNANDEZ - FTP CLARIN - Colon2_PLF9465.JPG - Z FTP Invitado - INVITADO
31 07 2016 - Concierto de Martha Argerich - Daniel Barenboim esta tarde en el teatro Colon. FOTO PEDRO LAZARO FERNANDEZ - FTP CLARIN - Colon2_PLF9465.JPG - Z FTP Invitado - INVITADO
Hay una pausa entre movimientos, y se desata una tormenta de carraspeos: en ningún lado el ser humano tose tanto como en los conciertos de música clásica. Se reanuda la música y a lo lejos suena una alarma, pero por suerte no es fácil desconcentrar a Barenboim y Argerich. Cualquiera puede darse cuenta de que estamos en un evento extraordinario. Durante el intervalo, en el baño de hombres se escucha: “¡Qué bárbaro! Claro, no es para todos”. Un comentario pomposo y equivocado.

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